Esta enfermedad causa trastornos del movimiento, mentales y del sueño, así como dolor y otros problemas de salud. No tiene cura y empeora con el tiempo, al punto de causar demencia, aunque los tratamientos y medicamentos disponibles pueden reducir los síntomas.
La causa es desconocida, pero las personas con antecedentes familiares tienen más riesgo de padecerla. Otros factores de riesgo son la exposición a la contaminación atmosférica, los plaguicidas y los disolventes.
La estimulación cerebral profunda y otros tratamientos pueden ayudar a reducir los temblores. La rehabilitación y la fisioterapia con entrenamientos de fuerza, ejercicios de movilidad e hidroterapia ofrecen un alivio al paciente y mejorar su calidad de vida.
Algunos síntomas que son reconocibles son la lentitud de movimientos, temblores, movimientos voluntarios, rigidez o pérdida de equilibrio. Por otra parte, están el deterioro cognitivo, trastornos mentales y del sueño.
En caso de reconocerlas, la Dirección de Sanidad invita a examinarse en su establecimiento médico, a fin de descartar otro tipo de trastorno de movimiento que presente señales similares.